L. M.
PALMA.- El tratamiento con una cámara
hiperbárica resultó providencial para devolver a
una familia a la vida. Un calentador de agua en
mal estado fue el desencadenante de una
intoxicación masiva por inhalación de monóxido
de carbono. Del calentador emanaba butano, al
producirse una combustión incompleta del gas.
Una familia completa, compuesta por tres adultos
y dos niñas de seis y cinco años, quedaron al
borde de la muerte.
El accidente doméstico se produjo la pasada
noche del jueves. La madre de las niñas se
percató de que algo iba a mal al ver al gato en
mal estado. El animal estuvo vomitando antes de
caer adormilado. A continuación, oyó a sus hijas
con los mismos síntomas: gritando y vomitando.
Su marido tendido en el suelo, inconsciente, fue
lo último que vio antes de perder ella misma la
consciencia.
Al cabo de varias horas, un familiar irrumpió
en el domicilio y se topó con un panorama
desolador. Todos los integrantes de la familia
se encontraban inconscientes. Tras alertar a los
vecinos del inmueble reanimaron levemente a los
intoxicados antes de conducirlos a un centro
sanitario. Toda la familia presentaba los
síntomas de lo que viene a denominarse como
muerte dulce.
Las víctimas de la intoxicación por
inhalación de monóxido de carbono fueron
trasladadas hasta las urgencias de Son Dureta.
Dado el estado crítico que presentaban los
pacientes, los facultativos se percataron de que
tenían que activar el plan especial para este
tipo de intoxicaciones. Fueron desviados hasta
la Cámara Hiperbárica de la Clínica Juaneda.
Allí siguieron un tratamiento específico para
este tipo de intoxicaciones. Toda la familia fue
sometida a un inyección de oxígeno a una presión
equivalente a 20 metros de profundidad
equivalente de agua. Después de respirar oxígeno
puro en estas condiciones durante tres horas la
familia había recuperado la consciencia. El
oxígeno respirado a tres atmósferas elimina
rápidamente el gas tóxico de la sangre y se
consigue en pocos minutos una recuperación que
una demora haría irreparable.